jueves, 27 de enero de 2011

Black Swan: El Infierno son los Demás.

Nos gustaría ir dando una serie de reseñas acerca de las impresiones que las diferentes películas nominadas a los Oscar de este año van produciendo en nosotros. Evidentemente, no las veremos todas, pero si Ustedes desean contarnos qué les ha parecido, quitarnos la razón acerca de lo que leen, o recomendarnos algo, estaremos encantados de recibir sus propuestas. Nosotros ya hemos visto unas cuántas, y vamos a contarles la impresión de la más reciente:

Una vez una artista muy conocida desempolvó la frase que todos deberíamos llevar como lema interno: La Perfección es el principio de la Autodestrucción. 8 palabras que resumen la última película de Darren Aronofsky. Y no exageramos si decimos que es la primera gran obra de la década. Ésta es la crítica.

No estamos ante un drama y tampoco estamos frente a un thriller: Se podría decir que "Black Swan" es una intensa mezcla de sentimientos, soledad y talento llevado a extremos ilimitados, un bucle de esfuerzo, sexo y automutilaciones que desemboca en una confusión entre la realidad y la paranoia. Natalie Portman borda y desasosiega a la vez con un papel absolutamente inolvidable, y la única vez que sonríe en todo el metraje de la película nos alivia. Su capacidad para transmitir el caos interno de Nina es indescriptible, así como sus momentos de inmadurez (que son muchos y propios de todo genio que se precie) y su afán de liberación, sólamente estancado por el pánico al fracaso.

Sí, la película es bastante cruel y dura, pero ni le sobra ni le falta un minuto. Hay quien tachará como vacuos y planos muchos diálogos de la película, pero el poder de las imágenes y los movimientos de Nina (bruscos, gráciles, bailando, frente a los espejos) pueden con la relación que tiene con el resto de actores y las ganas que tiene de no tenerla, de ahí la simplicidad de las conversaciones. Para qué enfocarse o desarrollar más el fuero interno de más personajes cuando de lo que se está hablando es del egoísmo en su más elevado exponente.

El resto de elementos artísticos quedan de la misma manera al servicio de la peculiar historia de Nina: La música, la claroscurísima fotografía y la sencillez del diseño giran alrededor de la Reina de los Cisnes, y sólo cuando se está en escena brilla la luz, el color y, si es que alguna vez la hubo, la alegría.

Destacar que la película tiene una nota curiosa: La resurrección de Winona Ryder en un rol dramático y convincente; y sería muy injusto que no resaltáramos los roles de Vincent Cassel y Mila Kunis, ésta última rozando el sobresaliente en una actuación injustamente olvidada por la Academia como enemiga íntima de Nina.

En fin, aunque es pronto para hablar de Óscar a la Mejor Película por nuestra parte, nos aventuramos a decir que es la típica obra que Hollywood aplaude a manos llenas pero en el fondo le incomoda: Es la clásica lucha entre el divo que hay en todo artista y el gen humano que siempre pretende dominar la situación (y muchas veces no consigue). Aún así, consigue lo que promete: Tensión y sufrimiento por parte del espectador y sin pretensiones, y esos extremos por parte de Hollywood siempre tienen su recompensa, y gran parte de ella se la llevará, sin duda, Natalie Portman.

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